Una Navidad de Incertidumbre y Desamparo

Carlos Hernandez

La Navidad, ese tiempo de esperanza y unión que tanto valoramos los dominicanos, este año parece haber perdido su brillo. A pocos días de la Nochebuena, el ambiente en las calles y los hogares del país refleja todo menos celebración. La incertidumbre, el desánimo y la preocupación se han apoderado de una época que solía ser símbolo de alegría y solidaridad.

Uno de los temas más comentados por los ciudadanos es el de los bonos navideños, que no han llegado a muchas familias que realmente los necesitan. Este programa, que debía servir como un alivio en medio de tantas dificultades económicas, ha sido un reflejo de desorganización y falta de planificación. En lugar de brindar apoyo, ha dejado a miles de hogares dominicanos en el desamparo, preguntándose si podrán tener una cena digna el 24 de diciembre.

La falta de movimiento en las calles es evidente. Donde antes se sentía la alegría característica de la temporada, ahora predomina un ambiente de resignación. En muchos hogares, la preocupación principal no es cómo decorar el árbol ni qué regalos comprar, sino si habrá suficiente comida para compartir en familia.

Es doloroso ver cómo se ha perdido el verdadero espíritu navideño, ese que nos unía como sociedad y nos daba motivos para celebrar. Esta situación es un reflejo de una gestión que parece desconectada de las necesidades del pueblo, especialmente de los sectores más vulnerables, quienes esperaban en esta época un apoyo que nunca llegó.

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Como ciudadano, no puedo evitar preguntarme: ¿dónde quedó el compromiso con los más necesitados? La Navidad debería ser un tiempo para renovar la esperanza, no para enfrentar la angustia de la incertidumbre. Es un llamado urgente a reflexionar sobre el rumbo que estamos tomando como sociedad y sobre las acciones de quienes tienen en sus manos la responsabilidad de garantizar el bienestar de todos.

A pesar de todo, los dominicanos hemos demostrado ser resilientes. Aunque esta Navidad no sea la que soñamos, queda en nosotros la capacidad de unirnos y buscar formas de salir adelante. Es hora de que recordemos lo que realmente significa esta época: compartir, solidarizarnos y mantener la esperanza viva.

Porque más allá de los desafíos, el verdadero espíritu de la Navidad está en el corazón de cada uno de nosotros. Que esta difícil realidad sirva como un llamado a construir un futuro más justo y solidario para todos.

Por: Carlos Hernández

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