Santo Domingo Oeste: un municipio huérfano
Un territorio atrapado entre el abandono, la desidia y la repetición del pasado
28/10/2025
Por : Alexander Jiménez / Análisis
Máster en Comercio Internacional – Informático, Emprendedor y Político.
Santo Domingo Oeste nació huérfano.
Su origen se remonta al año 2001, cuando la Ley 163-01 dio paso a la creación de la provincia Santo Domingo, dividiendo el antiguo territorio del Distrito Nacional en cinco nuevos municipios: Santo Domingo Este, Santo Domingo Norte, Los Alcarrizos, Boca Chica y Santo Domingo Oeste.
Desde entonces, esta demarcación ha estado marcada por la improvisación, el descuido y una dirigencia local que parece más interesada en perpetuarse en el poder que en transformar la vida de sus más de 400 mil habitantes.
Una herencia política que no termina
En el año 2002, los munícipes eligieron a su primer alcalde, Francisco Peña, quien gobernó hasta 2006.
Le sucedió su hijo, Francis Peña, quien permaneció en el cargo durante diez años (2006-2016). Posteriormente, el padre regresó a la alcaldía, completando un ciclo político que muchos perciben como una herencia familiar o, peor aún, como una condena para el municipio.
En 2020, el electorado apostó por un cambio eligiendo al ingeniero José Andújar, con la esperanza de romper con el continuismo. Pero esa ilusión se diluyó con rapidez. Su gestión fue tan discreta que terminó decepcionando a los ciudadanos, quienes, en las elecciones de 2024, optaron nuevamente por el retorno de Francisco Peña.
Un retorno que más que esperanza, refleja resignación y agotamiento ciudadano.
Urbanismo caótico y abandono institucional
El crecimiento desordenado ha convertido a Santo Domingo Oeste en un espacio urbano sin planificación.
La mayoría de sus barrios se levantaron en terrenos vulnerables, rodeados de cañadas, sin supervisión técnica ni control de uso del suelo.
Lejos de corregir el problema, las autoridades municipales han permitido —y en ocasiones avalado— la construcción de viviendas, negocios e incluso edificios en áreas de riesgo.
Cada temporada de lluvias revive la tragedia: inundaciones, desplazamientos y muertes evitables, consecuencias directas de la falta de planificación y del abandono institucional.
A esto se suma la crisis de los espacios públicos: parques destruidos, calles en mal estado, falta de drenaje pluvial y basura acumulada.
El municipio parece solo cobrar relevancia cuando se acercan las elecciones; luego vuelve al olvido, hasta el próximo ciclo electoral.
Deporte y desarrollo social: los grandes olvidados
Otro de los males que arrastra Santo Domingo Oeste es la escasa inversión en el deporte y en los programas sociales.
Durante años, el apoyo a la juventud ha sido mínimo, limitado a eventos simbólicos sin continuidad ni planificación. Las canchas deportivas, en su mayoría, se encuentran deterioradas o abandonadas, mientras los clubes comunitarios carecen de recursos para funcionar.
El resultado es una juventud sin espacios para el desarrollo físico ni oportunidades para canalizar su talento, lo que repercute directamente en el aumento de la delincuencia y la descomposición social.
A nivel comunitario, las iniciativas sociales han sido débiles, improvisadas y carentes de seguimiento, perpetuando el sentimiento de abandono en los sectores más vulnerables.
La inseguridad y la desesperanza
A todo lo anterior se suma un clima creciente de inseguridad.
La delincuencia se ha adueñado de calles y barrios mientras la población vive en un estado de preocupación permanente.
El municipio carece de políticas locales de prevención, y la sensación general es que las autoridades han perdido el control del territorio.
Un llamado urgente
Santo Domingo Oeste es, sin duda, un municipio huérfano: huérfano de planificación, de liderazgo, de visión y de compromiso.
La frustración de sus munícipes es el reflejo de una gestión pública desgastada, marcada por el clientelismo, la indiferencia y la falta de rumbo.
La gran pregunta que queda en el aire es:
¿Hasta cuándo Santo Domingo Oeste tendrá que esperar por una autoridad con la visión, la sensibilidad social y el coraje necesarios para romper este ciclo de abandono y conducir al municipio hacia el desarrollo que merece?
