La juventud como esperanza sociopolítica en Santo Domingo Oeste

En el municipio Santo Domingo Oeste, hablar de desarrollo sociopolítico entre los años 2010 y 2024 es repasar una historia marcada por desafíos estructurales, liderazgos personalistas, crecimiento urbano desordenado y profundas desigualdades sociales. Sin embargo, en ese mismo terreno de contrastes también ha florecido una nueva generación de jóvenes comprometidos con transformar su entorno desde la base comunitaria, la política limpia y el trabajo social.
Durante este período, el municipio ha sido escenario de una alta volatilidad política. Figuras como Francisco Peña y su hijo Francis Peña dominaron gran parte de la gestión municipal, primero bajo el amparo del PLD y luego, en un giro pragmático, desde el PRM. Las elecciones de 2024 marcaron el regreso de Francisco Peña al poder, evidenciando el peso que aún tiene el clientelismo y las estructuras políticas tradicionales. No obstante, detrás de ese vaivén electoral, una generación joven ha comenzado a levantar su voz, a organizarse y a proponer nuevas formas de liderazgo, más cercanas a las necesidades reales de la gente.
Hoy, nombres como Carlos Frías, Mayker Méndez, María Teresa Disla o Denny Feliz comienzan a resonar más allá de los círculos partidistas. Son jóvenes que no esperan una candidatura para involucrarse, sino que han asumido el reto de construir ciudadanía desde sus comunidades. A través de organizaciones sociales, jornadas ambientales, proyectos de formación, emprendimientos culturales o simples actos de servicio, han comenzado a moldear un nuevo imaginario para Santo Domingo Oeste: uno que pone la dignidad, la inclusión y el compromiso en el centro del accionar político.
Tomemos como ejemplo a Mayker Méndez, quien desde la Fundación Juventud Progresista ha articulado proyectos en áreas clave como salud, medio ambiente y educación, logrando alianzas con entidades privadas y públicas que llevan soluciones reales a barrios olvidados. O a Génesis Rincón, que ha centrado sus esfuerzos en empoderar a mujeres y jóvenes en zonas como Hato Nuevo. Estos nombres representan solo una parte del gran potencial que existe en nuestra juventud local.
Pero el cambio real requiere algo más que buenas intenciones. Necesitamos abrirles paso. Las estructuras partidarias deben dejar de ver a los jóvenes como simples decoraciones de campaña, y comenzar a integrarlos en los procesos de toma de decisiones. Las instituciones públicas locales deben escuchar sus propuestas y co-crear soluciones con ellos. Y como comunidad, debemos dejar de repetir que “la juventud es el futuro” para asumir que la juventud es el presente.
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En una demarcación con más de 400 mil habitantes, marcada por el desempleo, la violencia, la falta de espacios recreativos y un sistema de servicios colapsado, no hay margen para seguir gobernando desde el pasado. El municipio necesita una nueva visión, y esa visión está en marcha: camina con rostro joven, con mochilas cargadas de sueños y, sobre todo, con un profundo sentido de compromiso social.
Hoy más que nunca, Santo Domingo Oeste necesita abrir los ojos a su mayor capital: su gente joven. La verdadera transformación no vendrá de un solo partido, sino de una juventud decidida a cambiar la historia desde el barrio, la escuela, la junta de vecinos, el voluntariado y, sí, también desde los espacios de poder.
Es hora de apostar por ellos.
Por: María Elena Toribio.
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