Francisco Peña: el alcalde que se convirtió en mánager de una “profezorra”

En un momento donde los territorios claman por líderes responsables, coherentes y éticamente comprometidos, Santo Domingo Oeste enfrenta la bochornosa realidad de tener a un alcalde más preocupado por el espectáculo que por la dignidad institucional que representa. Francisco Peña, lejos de cumplir con la responsabilidad de encabezar un gobierno local serio, coherente y con una clara visión de desarrollo, ha decidido asumir el rol de promotor de figuras que poco o nada aportan al desarrollo moral, educativo y social del municipio.
La imagen de la llamada “profezorra”, una figura conocida por su contenido cargado de sexualización, ha sido colocada en vallas publicitarias municipales, con recursos que deberían estar destinados a resolver los múltiples problemas de la comunidad. Esta acción no es solo una afrenta al rol que debe cumplir una alcaldía, sino una abierta burla al respeto que merece la investidura de un alcalde y de una institución de servicio, como son los ayuntamientos.
Como si no bastara con la propaganda, el propio alcalde Peña ha visitado centros educativos junto a esta figura, avalando con su presencia un mensaje contradictorio: la validación institucional de la banalidad y la sexualización de la mujer como parte de una supuesta campaña educativa o cultural, la cual motiva a nuestras niñas y jóvenes a ser “más zorras que damas”. Esto no solo denigra la imagen de la mujer, sino que introduce modelos distorsionados ante estudiantes que necesitan referentes de superación, educación y respeto.
Esta no es la primera vez que Francisco Peña se ve envuelto en escándalos o decisiones cuestionables durante su paso por la administración pública municipal. Su historial incluye, todavía falta de transparencia, promesas incumplidas y una evidente falta de planificación. Durante sus anteriores gestiones, han abundado las denuncias por uso clientelar de los recursos del ayuntamiento, obras abandonadas y la centralización del poder en detrimento de la participación ciudadana.
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Hoy, Santo Domingo Oeste no solo vive un abandono vergonzoso. Calles intransitables, basura acumulada, espacios públicos descuidados y una alarmante falta de proyectos sostenibles para el desarrollo urbano y comunitario, sino mientras el municipio se deteriora, el alcalde actúa como figura de farándula, buscando likes en redes sociales a costa de la ética institucional.
Lo más grave de todo esto es el silencio cómplice del Consejo de Regidores. Solo algunas voces se han alzado con firmeza para cuestionar el uso de la imagen de la profezorra y la desnaturalización del rol de la alcaldía. Mientras falta de fiscalización, de controles internos y de responsabilidad política deja a la ciudadanía indefensa ante una gestión que ha cruzado los límites de lo aceptable.
El municipio no necesita más shows. Necesita liderazgo, planificación, transparencia y respeto. Francisco Peña ha fallado en su rol de alcalde y ha elegido convertirse en el manager de un personaje que representa todo lo contrario a los valores que deberían guiar la educación, el desarrollo y la equidad de género en una sociedad democrática.
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